Las Líneas de Nazca: Un relato entre geoglifos, historia

Las Líneas de Nazca

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Despertar en el viñedo y el aroma a café recién hecho

Un desayuno que nos llena de energía para emprender la siguiente etapa de nuestra aventura: rumbo a las enigmáticas Líneas de Nazca. Nos despedimos del Hotel Viñas Queirolo, dejando atrás el aroma a café y pan tostado del desayuno y el encanto colonial de Ica y el recuerdo de un sueño reparador. Esta pareja de intrépidos exploradores inicia su nuevo viaje.


Un día de viaje con sabor a aventura


Aproximadamente dos horas y media de viaje nos separan de nuestro destino, 128 kilómetros que trazaremos a través de un paisaje desértico que hipnotiza con su aridez. Las rectas interminables de los días anteriores dan paso a un terreno ondulante, con subidas y bajadas que desafían la gravedad y curvas que serpentean entre cerros multicolores.



La culpa de este cambio de escenario la tiene la Panamericana


Desde Lima hasta Ica, esta arteria vial nos mima con sus dos carriles por sentido, permitiendo una circulación fluida. Sin embargo, a partir de Ica, la Panamericana se vuelve caprichosa y se reduce a un solo carril por sentido. Esto, sumado a la presencia de camiones cargados de productos agrícolas que avanzan a paso de tortuga, convierte el viaje en una travesía más pausada.


La emoción que crece en nuestro interior


La cercanía a las Líneas de Nazca nos envuelve en un halo de misterio y expectativa. Las imágenes que hemos visto en libros, videos y documentales no hacen justicia a la grandiosidad que nos espera.


No ahondaré en la historia y el significado de estas enigmáticas figuras


Internet y YouTube están plagados de información valiosa para aquellos que deseen profundizar en sus secretos. Mi objetivo es narrarles nuestra experiencia, compartir con ustedes las emociones que nos embargaron al contemplar estas obras maestras de la ingeniería precolombina.


En la localidad de San José, rendimos homenaje a la incansable labor de María Reiche 


Esta científica alemana dedicó su vida a estudiar, documentar y dar a conocer al mundo las Líneas de Nazca. Un museo en su honor se alza como un faro de conocimiento en medio del desierto. Aunque la apretada agenda del día nos impide visitarlo, nos prometemos regresar en nuestro viaje de vuelta para sumergirnos en su legado.


El Mirador: Un museo a cielo abierto


Unos kilómetros más adelante, dos miradores se erigen como atalayas para ofrecernos un primer atisbo de las Líneas de Nazca.


 El primero, más antiguo y pequeño, ya ha sido clausurado al público. El segundo, una imponente estructura de hierro de 13 metros de altura, con capacidad para 25 visitantes; nos recibe con sus brazos abiertos, invitándonos a ascender a su cima.


El costo de la entrada es simbólico


Un dólar. No sé si los extranjeros pagan una tarifa diferente, pero lo que importa es la experiencia que nos espera. Subimos las escaleras con el corazón latiendo con fuerza, ansiosos por contemplar las maravillas que se esconden tras cada paso.


Desde la cima del mirador, una vista panorámica nos deja sin aliento. 


Tres de las trece grandes figuras se despliegan ante nuestros ojos. La Mano, la Lagartija y el Árbol se revelan en toda su majestuosidad, invitándonos a descifrar sus secretos y a soñar como fue construído.


Es cierto que la vista desde el mirador no se compara con la que se obtiene desde un sobrevuelo en avioneta que se puede contratar en la ciudad de Nazca. 


Sin embargo, la experiencia en tierra tiene un encanto especial. La cercanía a las figuras, la sensación de estar a solo unos metros de estas obras milenarias, nos permite conectar con ellas de una manera más profunda.


El día continúa su curso


El sol, ya en lo alto del cielo, nos anunciaba que la aventura en Nazca apenas comenzaba. Nos despedimos del mirador dejando atrás las Líneas de Nazca y abriendo paso a nuevas aventuras. En la próxima entrega, les contaré el resto de nuestro viaje, lleno de sorpresas y emociones inesperadas.


Pero antes de despedirme, quiero dejarles una reflexión


 Las Líneas de Nazca son un recordatorio de la grandeza de la humanidad. Son un testimonio de nuestra capacidad para crear, para imaginar, para dejar una huella imborrable en el planeta. Son un faro que nos ilumina en el camino, recordándonos que somos capaces de lograr cosas increíbles si nos unimos y ponemos nuestra mente en ello.


Espero que este relato les haya inspirado a conocer más sobre las Líneas de Nazca y sobre las culturas precolombinas que habitaron este territorio. Recuerden que la historia no está escrita solo en libros, sino también en la arena del desierto, esperando ser descubierta por aquellos que tengan la curiosidad y la audacia de buscarla.


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¡Hasta pronto!





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